La Rocina, entre alas y agua

Entre las arenas de Doñana a escasos 5 minutos en coche de El Rocío y a 20 minutos a pie, podemos encontrar La Rocina, entre alas y agua. Un sitio cargado de historia; zona de reserva para la fauna local controlada por los Duques de Mediana Sidonia y primera casa de Luis Pedro Espinosa Fondevilla. El arroyo de la Rocina nace desde el mítico pueblo de Palos de la frontera donde comienza su andadura para luego unirse a con el  arroyo Don Gil y vencer La Rocina  ante arroyo Don Gil. También se le añaden arroyo como el del Playazo, Santa María y La Cañada de las Garzas.

La Rocina

La Rocina.

Sus habitantes

En esta zona tan especial podemos hallar una gran diversidad de aves y pájaros. Moritos comunes, garzas, garcillas, zampullines, flamencos, ánsares o milanos negros son solo una pequeña  muestra de las especies que se pueden encontrar en esta zona tan especial.

Morito común.

Morito común.

En este sendero, además, podemos encontrar una representación de una casa típica rociera de antaño que nos trasporta a una época hoy ya olvidada. Una vez dentro,  podemos dar sentido a frases como «poner la mesa» o comprender los modos de conservar la comida.

Ánsares comunes.

Ánsares comunes.

Adentrados en el sendero encontraremos los distintos  observatorios. El observatorio del paraguas o del meloncillo son sitios ideales para fascinarnos con las aves y su comportamiento; y de paso aprender sobre ellas.

 

 

Si desea aprender, observar y disfrutar sobre aves ¡No dude en unirse a nuestras visitas guiadas!

 

Estos son algunos de los valores y conocimientos que transmitimos en DoñanaTour.

 

 

¡Gracias y hasta nuestro próximo tour con DoñanaTour!

Las voces del Otoño

La llegada de las aves invernantes a Doñana

 

LAS VOCES DEL OTOÑO

Hola Mundo!

Desde Doñana a la espera de las tan deseadas lluvias que han de inundar la marisma, reverdecer el bosque y saciar la sed a la vida.

Y entre miradas hacia un cielo sin nubes, llega el sonido del otoño a Doñana, el que emiten cientos de gansos que se tornarán en miles, colmando el aire con sus voces y pintando el cielo azul con sus siluetas en formación. Los gansos que como cada año han venido anunciando, desde siempre,  la llegada de las lluvias otoñales.

Para los que han vivido el paso del tiempo en Doñana y han aprendido a amar sus paisajes, estas aves, que como otras muchas vienen del lejano norte, inician una de las estaciones más vibrantes de la marisma y llenan el corazón de una especial emoción, que en pasión se convierte por observar, conocer y aprender de la rica y diversa fauna invernal de Doñana.

Pero este año el graznido de los gansos y el parpar de las anátidas que siempre los acompañan, no han venido acompañadas de las lluvias, ni siquiera del frío, más bien parecía una arribada de aves en primavera pero con los personajes cambiados.

Estas situaciones de falta de lluvia y altas temperaturas en los meses otoñales no son nuevas e incluso se repiten cíclicamente en el sur, aunque quizás son cada vez más frecuentes e intensas en cuanto a sequedad y calor.

Aun así, las marismas de Doñana son el lugar de invernada de ánsares más importante de Europa, acogiendo cada año a más de cien mil ejemplares. Llegan principalmente del sur de Escandinavia y los países Bálticos, acostumbrados a unos terrenos húmedos y encharcados donde se alimentan de tubérculos y rizomas, de ahí que encuentren en las marismas de Doñana un lugar ideal para pasar el invierno que ha helado sus tierras norteñas.

Es al amanecer, cuando el griterío de los gansos se escucha entre las nieblas de la marisma en busca de su primera comida, el rizoma de la castañuela, hierba perenne, dotada de un profundo sistema de raíces, rizomas y tubérculos subterráneos. Pero para poder digerir mejor estos alimentos los gansos inician su andadura matinal en las dunas de Doñana donde tragan arena y piedrecillas que en sus mollejas servirán para triturar mejor la castañuela.

Esta peculiar costumbre da nombre, entre el complejo de las dunas móviles, a uno de los lugares más emblemáticos de Doñana: el Cerro de los Ánsares, lugar ideal para deciros ¡hasta la próxima mundo!