La llegada de las aves invernantes a Doñana

 

LAS VOCES DEL OTOÑO

Hola Mundo!

Desde Doñana a la espera de las tan deseadas lluvias que han de inundar la marisma, reverdecer el bosque y saciar la sed a la vida.

Y entre miradas hacia un cielo sin nubes, llega el sonido del otoño a Doñana, el que emiten cientos de gansos que se tornarán en miles, colmando el aire con sus voces y pintando el cielo azul con sus siluetas en formación. Los gansos que como cada año han venido anunciando, desde siempre,  la llegada de las lluvias otoñales.

Para los que han vivido el paso del tiempo en Doñana y han aprendido a amar sus paisajes, estas aves, que como otras muchas vienen del lejano norte, inician una de las estaciones más vibrantes de la marisma y llenan el corazón de una especial emoción, que en pasión se convierte por observar, conocer y aprender de la rica y diversa fauna invernal de Doñana.

Pero este año el graznido de los gansos y el parpar de las anátidas que siempre los acompañan, no han venido acompañadas de las lluvias, ni siquiera del frío, más bien parecía una arribada de aves en primavera pero con los personajes cambiados.

Estas situaciones de falta de lluvia y altas temperaturas en los meses otoñales no son nuevas e incluso se repiten cíclicamente en el sur, aunque quizás son cada vez más frecuentes e intensas en cuanto a sequedad y calor.

Aun así, las marismas de Doñana son el lugar de invernada de ánsares más importante de Europa, acogiendo cada año a más de cien mil ejemplares. Llegan principalmente del sur de Escandinavia y los países Bálticos, acostumbrados a unos terrenos húmedos y encharcados donde se alimentan de tubérculos y rizomas, de ahí que encuentren en las marismas de Doñana un lugar ideal para pasar el invierno que ha helado sus tierras norteñas.

Es al amanecer, cuando el griterío de los gansos se escucha entre las nieblas de la marisma en busca de su primera comida, el rizoma de la castañuela, hierba perenne, dotada de un profundo sistema de raíces, rizomas y tubérculos subterráneos. Pero para poder digerir mejor estos alimentos los gansos inician su andadura matinal en las dunas de Doñana donde tragan arena y piedrecillas que en sus mollejas servirán para triturar mejor la castañuela.

Esta peculiar costumbre da nombre, entre el complejo de las dunas móviles, a uno de los lugares más emblemáticos de Doñana: el Cerro de los Ánsares, lugar ideal para deciros ¡hasta la próxima mundo!

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